Rebeliones, violencias y no-violencia

En un post anterior reproduje la conferencia de Silo Las condiciones del diálogo, en esta el ponente asevera: Así, para que un diálogo sea coherente es necesario que las partes: 1. coincidan respecto al tema fijado; 2. ponderen el tema en un grado de importancia similar y 3. posean una definición común de los términos decisivos usados.” Siguiendo el punto 3 me pregunto qué entiende cada cual por violencia, cómo podríamos definir el término.

Significados

En el diccionario de la RAE:

Violencia. 1. Cualidad de violento. 2. Acción y efecto de violentar o violentarse. 3. Acción violenta o contra el natural modo de proceder. 4. Acción de violar a una persona.

Violentar. 1. Aplicar medios violentos a cosas o personas para vencer su resistencia. 2. Dar interpretación o sentido violento a lo dicho o escrito. 3. Entrar en una casa u otra parte contra la voluntad de su dueño. 4. Poner a alguien en una situación violenta o hacer que se moleste o enoje. 5. Dicho de una persona: Vence su repugnancia a hacer algo.

Violento, a. 1. Dicho de una persona: Que actúa con ímpetu y fuerza y se deja llevar por la ira. 2. Propio de la persona violenta. 3. Que implica una fuerza e intensidad extraordinarias. 4. Que implica el uso de la fuerza, física o moral. 5. Que está fuera de su natural estado, situación o modo. 6. Dicho del sentido o la interpretación que se da a lo dicho o escrito: Falso, torcido, fuera de lo natural. 7. Dicho de una situación: Embarazosa. 8. Dicho de una persona: Que se encuentra en una situación embarazosa.

Para los humanistas la violencia es el uso de la fuerza física, moral o económica sobre otros, esto incluye no solo la violencia física, también la económica (cuando se impide a otros el acceso a los recursos mínimos para la supervivencia, cuando se les explota); la racial, la sexual, la religiosa (en modo de discriminación, de aislamiento), la psicológica y la emocional (cuando se presiona, se manipula, se humilla). Vemos, por tanto, que hay múltiples formas de ejercer violencia sobre las personas y los pueblos, de modos más o menos sofisticados o brutos. En cuanto a la violencia que se ejerce contra los animales y la considerada violencia sobre las cosas, deberán ser objeto de otro debate y de otro texto, en su caso.

Para que un acto o situación sea calificado de violento debemos contemplar el factor subjetivo, es decir tiene que estar en el ánimo de la persona o colectivo el querer causar un daño o al menos el no importar para sus objetivos causar daño a quien se ponga por delante, porque si no, podríamos hablar de accidente, de fuerza mayor pero no de violencia. Ejemplo: Si alguien me empuja para evitar que me atropelle un vehículo no lo califico de violencia.

Pero centrando el tema, los conceptos relacionados con la violencia están siendo revisados debido a nuevas sensibilidades: me atrevo a afirmar que, afortunadamente, cada vez nos repugna más el uso de la violencia -al menos la física-, pero también que algunos están utilizando esta mayor sensibilidad para manipular conciencias y tergiversar significados. En este orden de cosas se extiende la idea en algunos círculos de que toda acción, manifestación o protesta es violencia: si grito porque pierdo mi casa y además me queda deuda con el banco la violenta soy yo y no el banco o el legislador. Igualmente, quien expresa sus ideas abiertamente podrá ser acusado/a de violento/a si se opone a lo políticamente correcto o interesado, en vez de cuestionar la intolerancia y falta de libertad imperante. Nos encontramos así con una inversión de los factores que se expresa por ejemplo en los que califican de feminazis a las feministas activas, de terroristas a unos cómicos, de traficantes de personas a unos socorristas  o de rebelión1 un referéndum ciudadano.

Cierto es que para reforzar la mala imagen de quien decide unirse y movilizarse suelen aparecer en las manifestaciones ciudadanas ciertos grupitos de vándalos, sospechosos de servir a intereses opuestos a los que promueven los convocantes del acto, y que producen los suficientes disturbios y destrozos callejeros para descalificar estas movilizaciones y bautizarlas de violentas. Cumplen también la función de otorgar la excusa perfecta para ordenar brutales cargas policiales sobre los participantes y para la imposición de multas a los organizadores. Curiosamente, los eventos futbolísticos, que tantos desórdenes y daños personales y materiales provocan, nunca se cancelan, ni tampoco se acusa a los equipos ni a las ligas ni a los entes deportivos de promover rebeliones ni sediciones ni na de na. Tampoco se cuestiona el dineral que nos cuesta a los contribuyentes los servicios extras de cuerpos y medidas de seguridad cada vez que se dan determinadas convocatorias futboleras: hay cosas que están fuera del mundo de los mortales y una de ellas es el dichoso fútbol.

Rosa y Luther- no-violencia

Rosa Parks y Martin Luther King en 1955. Wikipedia.

La acción no-violenta

Con este discurso llegamos a convencernos de (o a excusarnos con) que no-violencia es un sinónimo de no-acción, una especie de parálisis y no respuesta, ya que cualquier otra opción es violencia. Esta visión, como mucho, podría encajar en algún tipo de pacifismo singular, pero nunca en la idea de no-violencia activa transformadora del mundo, al estilo de Ghandi, Luther King, el CUT de Marinaleda o Silo. La no-violencia activa tiene sus propios métodos de acción social: la denuncia pública, el concurso de afectados, el boicot, la huelga, la manifestación ciudadana y el no-colaboracionismo con aquellos hechos y normas que producen o son susceptibles de producir situaciones de injusticia, desigualdad, discriminación, pobreza y en general dolor y sufrimiento en la población. Su estilo es participativo, lúdico, alegre y además valiente, sobre todo valiente.

El tema de la acción y de la violencia da para mucho desde distintos planos y profundidades, pero no nos confundamos: La no-violencia es un modo de hacer y no un modo de no-hacer. Evitar la movilización social y la protesta por temor a la calificación política, judicial o mediática, es una gran manipulación del sistema para evitar los cambios, para convencernos de que nada podemos ni debemos hacer.

  1. Y sí, no estoy de acuerdo con las calificaciones jurídicas que se están planteando en el juicio contra los políticos catalanes. Para que se diera la rebelión tendrían que haberse producido un levantamiento armado, aunque fuese con palos o armas caseras. Tampoco comparto que se trate de un delito de sedición, considero que fundamentalmente es un problema político que nunca debería haber entrado en la esfera judicial. Evidentemente si se somete a los tribunales a toda persona o grupo social que no está de acuerdo con determinadas normas o estructuras sociales y que se moviliza para cambiarlas, cualquiera podría acabar siendo condenado por sedición, rebelión o vaya usted a saber qué.