¿Qué hacemos con la prostitución?
Volvemos a uno de esos temas que, como he señalado en otros artículos y desde un punto de vista legal, deberían haber quedado resueltos en el siglo anterior. (Véase Legalización de la marihuana).
La prostitución en la historia
Denominado el oficio más antiguo del mundo, la prostitución ha pasado por fases y enfoques muy diversos dependiendo de la época y el área cultural. A lo largo de la historia ha sido considerada una vocación sagrada, una norma de hospitalidad, una profesión, delito o pecado. Parece que es la mirada y los valores de cada época la que determina su posición social.
Ver prostitutas en la historia
La mirada actual
En este nuestro mundo occidental parece que no existe una mirada uniforme al respecto. Pero el enfoque oficial, o sea, el defendido por los grandes medios de comunicación y los poderes públicos, suele ser el de que la prostitución es siempre una forma de explotación sexual de la mujer, colocando a ésta en situación de víctima y no de trabajadora.
Se olvida así la prostitución masculina y la transexual, que siendo menor en número de ejercientes –aunque se desconocen los datos exactos-, también ocupan su lugar; y que también pueden ser y son objeto de explotación sexual.
Por otro lado son cada vez más las voces contrarias a esta visión, que reclaman regularizar y normalizar la profesión, por motivos diversos.
Regulación en Europa
Como en otros temas, la regulación es dispar dependiendo del país, transitando desde la prohibición y persecución de su ejercicio (Hungría) a su legalización y regulación (Holanda, Alemania, Grecia). Pasando por países como Italia y España, en que está prohibido el proxenetismo pero no la práctica de la prostitución, que por otro lado tampoco está regulada, por lo que podemos decir que se encuentra en situación de alegalidad.
La última tendencia jurídica, iniciada por Suecia y seguida recientemente por varios países de la UE (Francia, Irlanda), es la de penalizar únicamente al cliente. Se basa este modelo en la idea de que ninguna mujer ejerce libremente la prostitución y que el usuario se aprovecha de la situación de debilidad en que se encuentra la mujer que la ejerce. Se olvidan aquí, igualmente, de los trabajadores del sexo, de los que no se menciona si son explotados o no.
El problema de las mafias
Qué duda cabe de que las mafias de trata de personas son un grave problema social. Y qué duda cabe de que gran parte de ese mercado de personas está destinado a la prostitución forzada. Pero no debemos olvidar que también hay trata de personas destinadas a trabajar en otros ramos como el textil o el agrícola y no por ello se consideran actividades deshonrosas.
Pero sí, coincido en que la imagen es mucho más desagradable cuando aparece un prostíbulo clandestino, aunque tenga las mismas malas condiciones de higiene, salubridad y esclavitud que un taller de textil. Doblemente repugnante cuando se trata de prostitución de menores.
Cuestiones morales
Lo que parece cierto es que toda cuestión relacionada con el sexo sigue estando teñida de un halo especial, donde se mezclan dioses y demonios, placeres y pecados, moral, religión, represión y censura.
Diferencias hombre/mujer
Es curioso que siga prevaleciendo el esquema tradicional-patriarcal, hasta casi llegar a convencernos, de que para la mujer el sexo no es satisfactorio –salvo que esté enamoradísima-, y para el hombre es siempre un placer; de modo que no se contempla la posibilidad de que un hombre pueda estar siendo explotado sexualmente. El ser masculino siempre está dispuesto para el acto sexual, en cualquier circunstancia y con cualquier persona del género de su orientación sexual, por lo tanto no es posible verlo como víctima.
¡Tremendo error! Tanto lo uno como lo otro: hombres y mujeres disfrutamos por igual del sexo cuando damos con alguien que nos gusta, y no nos apetece cuando ese alguien no nos gusta o la situación es forzada. Lo más que admito es la diferencia en el ciclo hormonal, que en el caballero es más estable y en la dama más irregular. Lo que viene a ser, que cuando estamos hinchadas y doloridas por la regla igual no tenemos ganas, y que la menopausia también puede ser una fase más baja de deseo sexual. En lo demás no hay diferencias que no sean educacionales, culturales, religiosas, etc., aunque nos hayan inculcado otra cosa.
Prostitución en libertad
¿Qué factores priman al elegir una profesión? Quizá la propia vocación, el gusto por una actividad, las demandas del mercado laboral o simplemente es la primera que hemos encontrado. O quizá elegimos aquella que nos deja más tiempo disponible o aquella que podemos realizar desde nuestra casa, o la que nos permite más flexibilidad horaria.
Estas son algunas de las consideraciones que hacemos a la hora de buscar un empleo o desarrollar una profesión. ¿Por qué no entendemos que hay personas que después de hacer estas valoraciones eligen libremente ser trabajadoras del sexo?
El que une no se sienta capaz de desarrollar ese empleo no significa que no haya quien sí. Al igual que yo no podría dedicarme a la sanidad –me mareo con la sangre-, o al paracaidismo o a las matemáticas y esto no significa que otras personas no puedan y no les guste hacerlo.
Ver entrevista con la presidenta del sindicato de prostitutas de Holanda.
Argumentos a favor y en contra de su regulación
En contra
Entre los argumentos en contra de su regulación y a favor de su persecución: las mujeres que se dedican a ello lo hacen porque se encuentran en situación de pobreza y no ven otra salida.
Vamos a ver, qué hay un montón de gente de la que trabaja que lo hace porque no tiene otro modo de supervivencia. Y seguro que hay muchos empleos precarios que algunas personas aceptan porque se encuentra en situaciones económicas muy desfavorables.
Por supuesto que habrá señoras que lo hacen por este motivo, y me parece muy bien que existan mecanismos sociales para que tengan más opciones, pero las mismas que para todas aquellas que aceptan empleos en malas condiciones por el mismo motivo.
Es siempre y bajo cualquier circunstancia una explotación de la mujer.
Ya hemos hablado de ello anteriormente. Este argumento cae por no contemplar la prostitución en hombres y personas transexuales y transgénero; y por ir en contra de lo que declaran algunas de las trabajadoras libres del sexo, que con gran razón proclaman que no necesitan ser salvadas por nadie, únicamente regularizadas en su actividad. Ver web del colectivo Hetaira.
A favor
Es una forma de combatir a las mafias. Y he dicho combatir y no acabar, porque creo que son más factores los que influyen en la cuestión, como por ejemplo las políticas de emigración y de cooperación al desarrollo en los países de origen. Pero estoy convencida de que la mayoría de les clientes preferirán acudir a profesionales regularizades que les den mayores garantías y exentes de proxenetas.
Porque dignificamos a las personas que la ejercen. Otorgándoles derechos como a cualquier trabajador, sacándolas de las zonas oscuras y la estigmatización social.
Porque es un sector que mueve mucho dinero. Sí, también por cuestiones económicas. Porque deberían hacer su aporte como todo hijo de vecino al sostenimiento de los servicios comunes.[1]
Porque el sexo es bonito. Es verdad que puede convertirse en feo, pero en sí mismo es una actividad que realizada entre personas adultas y con consentimiento no hace daño a nadie.
Prostitución con dignidad, sí.
Por lo tanto, abogamos por una pronta regularización del sector que aporte derechos, dignidad y seguridad a todes les trabajadores del sexo. Tenemos como modelos cercanos Holanda y Alemania, y desde luego las propuestas de les propies trabajadores del sexo que deben ser escuchades y atendides en sus demandas.
[1] No queremos decir que toda actividad que mueva capital deba ser legal, por supuesto.
Pienso que nadie debería estar obligado a hacer nada que no quiera y que no es posible desligarse del medio social y cultural del que formamos parte. Pienso, por lo tanto, que es muy complicado desarrollar estas actividades sin contradicción por mucho que se las justifique. La prostitución, como otras muchas actividades, no deja de ser una forma más de cosificación de las personas en el medio que vivimos. Dicho lo cual y dado el medio deshumanizando en el que vivimos, estas personas deberían disfrutar de los mismos derechos que el resto de los trabajadores.
Antes de nada muchas gracias por tus atentas lecturas, Antonio. Me parece muy interesante tu punto de vista sobre el tema. Ahí queda y a ver si más gente se anima a contarnos que opina.