La culpabilidad del parado o el enemigo dentro
El Heautontimorúmenos[1]
Te golpearé sin cólera alguna
y sin odio, como un carnicero,
como Moisés golpeara la roca
y hasta haré brotar de tu ojo
para alimentar mi Sahara propio
a las vertientes del sufrimiento.
Mi deseo de esperanza henchido
habrá de flotar sobre tu llanto salino
como un barco que se larga hacia la mar
y como en mi corazón, al que colmaron,
habrán de retumbar tus queridos sollozos
como un tambor que bate parche al atacar.
¿No soy un arpegio disonante
que suena en la divina sinfonía
todo gracias a la voraz ironía
que me mantea y me muerde?
¡En mi voz está ella, la turba!
¡En mi sangre el veneno negro!
Yo soy el siniestro espejo
donde se contempla la furia.
¡Yo soy el puñal y la herida!
¡Soy el cachetazo y la mejilla!
¡Los miembros y el tormento,
el verdugo y el atormentado!
¡De mi corazón vampiro tenaz,
de esos grandes abandonados,
a la risa eterna ya condenados
y que no pueden sonreír jamás!
Cifras y letras
Cada equis tiempo los medios de comunicación nos deleitan con las cifras del desempleo en el país: tantos millones, tanto porcentaje, tantes menores de tanto y mayores de cuanto…
Detrás de tanta cifra, muchas personas afectadas se preguntan qué han hecho mal, por qué a ellas. Será porque no he estudiado bastante, porque no tengo cuatro másters, porque no hablo los idiomas suficientes, porque no soy lo suficientemente lista, alta, joven, delgada, guapa, simpática, activa, eficiente, sociable, afortunada…
Será porque no me levanto todos los días a las 6 de la mañana y me echo a la calle a repartir currículums, será porque no estoy en todas las páginas de empleo habidas y por haber en la red, será porque mi currículum no está bien planteado, será, será, será…
Guía del buen parado
El parado y la parada deben parecer tales para que les demás les[2] tomen en serio, es decir, deben parecer lo más pobres posible porque si no, no tendrán derecho a quejarse de su situación ni a recibir ninguna ayuda, o al menos un poco de comprensión: “Sí, sí, mucho paro pero mira qué cochazo tiene, qué camisa de marca xxxxx lleva, qué móvil.” O como oí en cierta ocasión a una asistente social: “Nos toman el pelo con las ayudas, luego vas a su casa y tienen una tele de plasma”.
Por supuesto el parade no tiene derecho al ocio ni a vacaciones porque “no hace nada”, con esa vida relajada que lleva ya tiene bastante descanso. Da igual que lleve tres años estudiando oposiciones, sin hacer un viaje, a dieta, estudiando idiomas o informática; cuidando a sus hijes, a sus padres o a su cónyuge, o se haga cargo de todas las tareas de la casa, “faltaría más” –piensan algunes.
Tampoco tiene derecho a ningún vicio, puesto que todos sus problemas financieros se resolverán dejando las cañas y el tabaco “mira con los 120 euros al mes que te gastas en tabaco te daría para comer dos semanas, apuntarte al gimnasio, pagar parte de la hipoteca, los recibos de la luz y del agua.” –El dinero de les demás siempre da mucho de sí-.
Esos amigues
Pero nunca estamos soles en la desgracia, todes tenemos ese amigue o familiar que está dispueste a echar una mano a cambio de una declaración de buenas intenciones y proyectos, y una demostración suficiente de humillación, además de aguantar sus buenos consejos para organizarte la vida: “Tú lo que tienes que hacer es…” Ese suele ser el comienzo de una serie de ideas disparatadas que no metería ni Woody Allen en Blue Jasmin, pero que quien las expresa las dice con tal convencimiento que consigue que el/la escuchante se sienta aun peor: “Pon cartelitos en la calle con flecos ofreciéndote para hacer recados, para cuidar niños o para limpiar”
- ¿Y tú crees que poniendo cartelitos en las farolas y en las paradas de autobuses alguien me va a contratar? – mientras piensa que lo único que va a conseguir es que le ponga una multa el ayuntamiento.
- ¡Claro hombre! Pero también puedes reunir a los amigos ricos que tienes y pedirles trabajo u ofrecerles algún servicio y que te paguen por ello.
¿Amigos con dinero? Si son todos de Vallecas -piensa, pero no se atreve a decirlo para no ofender a la altruista.
- ¡Ajá! –dice tímidamente-, ¿entonces tú crees que a alguien le puede interesar un licenciado en Historia de 50 años para limpiar la casa y que con lo que me paguen podré pagar la hipoteca?
- Pero, ¡por supuesto! Seguro que te sale algo. Y mientras tanto te vas preparando esa oposición con la que estabas. Qué no digo que te conformes con eso, tú avanza.
- Pues me he enterado de que a la que limpia la escalera de mi casa le pagan a 3 € la hora.
- Mira -ofendida– yo te estoy dando ideas, y si no veo que te mueves a buscar lo que sea yo no te voy a apoyar con los 50 € al mes que te prometí.
Apareció el famoso lo-que-sea, verbo + lo-que-sea vale para tantas ocasiones… Si alguien consigue definirme esta perífrasis lo convertiré en mi ídolo. ¿Hacer lo-que-sea incluye tráfico de armas, de drogas, prostitución…? ¿Robo, hurto, venta de órganos, asesinato a sueldo…? “Me temo” que no, que sólo significa esclavitud pura y dura.
Emprendimiento
Hace algunos años, sería el 2013 o 2014, asistí a una de las reuniones periódicas a las que suelo ir, y alguien –no pude averiguar quién- anotó en una pizarra la siguiente frase: Si no te dio tiempo a hipotecarte, todavía estás a tiempo de arruinarte la vida: Emprende.
Aquella frase me llegó como un bofetón, ya que en su momento, la que suscribe había hecho un intento de negocio que fracasó, y lo único que conseguí fue perder lo invertido –aunque como soy muy positiva debo rescatar que aprendí mucho-.
Cada tanto, aparecen palabras que se ponen de moda, y vienen cargadas de contenido social. La nueva solución al mercado laboral es el emprendimiento: “Crea tu empresa, crea tu propio puesto de trabajo. No necesitas a nadie.” “Arriesga y ganarás”.
Y así nos encontramos con algunes valientes que deciden invertir sus últimos ahorros o su prestación en empresas de las que tienen muy poquita idea aunque hayan hecho muchos cursos de emprendimiento; y así también, nos encontramos con los falsos autónomos que trabajan como empleados de toda la vida pero teniendo que pagarse su seguridad social y sin los derechos que se otorgan a los asalariados. Y así nos encontramos con nuevas profesiones, esas sí lucrativas, de les que se dedican a dar charlas de cómo triunfar, de pensamiento positivo, “si yo lo he logrado con mi propio esfuerzo, tú también” –algunes no han logrado nada, sólo dar conferencias-.
Ejemplo:
Recuerdo un programa de televisión que me puso los pelos de punta, en una plaza pública habían reunido a un grupo de personas que estaban en situaciones complicadas (desempleades, a punto de perder su vivienda, etc.), y un señor muy exitoso y triunfador, trajeado, al que todo le iba muy bien y daba muchas conferencias acerca de ello, les daba una charla sobre positivismo, sobre como todo tenía solución con iniciativa y buen humor.
Igualmente recuerdo las caras de algunes de las personas que le escuchaban, abatidas, derrotadas, angustiadas, aguantando el tipo. No sé si les pagaban por el programa, por estar ahí, porque si no, no puedo entender como no mandaban a la mierda al susodicho señor.
Cuando lo social se convierte en personal
De este modo, por mucho que conozcamos las gruesas cifras sociales de paro, desahucio de vivienda, enfermedad, pobreza, cuando nos pasa a nosotres, a MÍ, o a mi primo, la visión cambia por completo, y entonces no valen las explicaciones sociales, no valen los recortes, los ERES, la crisis o el rescate a la banca: la culpa es tuya y sólo tuya. Y volvemos al principio: si no tengo un empleo es porque no valgo, si me echan de mi casa es porque no soy lo suficientemente bla, bla, bla. Y junto con las dificultades económicas comienza la depresión, la cerrazón de futuro, la baja autoestima.
La rebeldía es la felicidad
En este momento, la máxima rebeldía es la felicidad, tratar de ser feliz en medio de las ruinas, sentirse bien con une misme, mantener la dignidad, no perder el norte, saber que hacemos lo correcto con independencia del resultado.
Y no me refiero a ese positivismo estúpido y crédulo del que he hablado, esa creencia en que este sistema terrible arreglará las cosas y volveremos a tiempos anteriores, o que gracias a la fortuna yo resolveré mi situación aunque haya muches que no.
Hablo de estar en paz, de volar por encima del tiempo que nos ha tocado, de reflexionar acerca de quiénes somos, de reconocer que nadar en un mar revuelto es muy difícil, de no agotar nuestras fuerzas con falsas esperanzas o ilusiones infantiles. Les que no decidimos el mundo hacemos lo que podemos: unas veces mejor y otras peor, pero cada une sabe lo que tiene que hacer o no hacer.
Algunos consejillos
Apóyate en las personas que te quieren de verdad, esas que no te condicionan para ofrecerte ayuda, que no te tratan ni por encima ni por debajo sino en paridad. Esas que no te exigen nada, ni te presionan, ni te dan la chapa. Tendrás que convivir también con otras que también te quieren y sin embargo te exigen, te cuestionan y te presionan…, en fin, esas que tienen al enemigo en su propia cabeza: trátalas bien pero no te creas nada.
Dedícate a cosas realmente importantes como: pasear, leer, escuchar música, meditar, charlar con los vecinos, quedar con los amigos, visitar a la familia. Apoya a esos grupos e ideas revolucionarios que te inspiran, y aprende todo lo que puedas del momento que vives.
Para finalizar, utilizaré este pequeño fragmento de un texto que me viene a la memoria:
Nombrador de mil nombres, hacedor de sentido, transformador del mundo…, tus padres y los padres de tus padres se continúan en ti. No eres un bólido que cae, sino una brillante saeta que vuela hacia los cielos. Eres el sentido del mundo y cuando aclaras tu sentido iluminas la tierra. […][3]
[1] Poema de Charles Baudelaire. El título se traduce como torturador de sí mismo. También como verdugo o atormentador de sí mismo, y está inspirado en la obra homónima de Publio Terencio Africano
[2] No es ese leísmo permitido por la RAE, utilizo la terminación “e” como género neutro.
[3] Fragmento del libro El paisaje interno, de Silo
Ese es el el mayor «triunfo» del sistema, hacernos creer que su fracaso es una cuestión individual.