La que se avecina
¡Cuánto tiempo ha pasado desde que subí mi último artículo! Mis numeroses lectores deben estar desolades –entiéndase la ironía-. El caso es que me ha costado encontrar un huequito para ponerme. El último que empecé a escribir no lo terminé, y lo he ido dejando y dejando a causa de una especie de desidia que me embarga de vez en cuando, mezclada con una cierta sensación de sin sentido o lo que viene a ser “y esto ¿para qué?”.
No me lee ni el Tato, pero eso ya lo preveía antes de iniciar este proyecto y no es eso lo me desmotiva: esto es como lanzar un mensaje en una botella al océano de internet. No, no es esto lo que me desincentiva. Lo que me ha hecho entrar en tal estado de dejadez es la duda, la desconfianza en el contenido de las misivas; en que este sea acorde a las necesidades actuales o sea la proyección de un paisaje antiguo que permanece en mi memoria.
Persistencia de la memoria y futuro
Me explicaré: los conflictos y temas que he tratado hasta ahora pertenecen a un mundo que manifiestamente se está desmoronando. Puede, incluso, que ya haya desaparecido y que solo quede la ilusión de su permanencia por la persistencia en la memoria de algunas generaciones de personas que fuimos formadas bajo sus premisas. Consciente o inconscientemente sostenemos esa memoria colectiva dotándola de efectividad, revistiéndola de una realidad que únicamente existe dentro de nuestras cabecitas.
Los problemas que tenemos o creemos tener no serán tales en el mundo que se intuye o se vislumbra -en realidad ya aquí-. Nos preocupamos por el empleo, las pensiones, la sanidad y la educación; reclamando un modelo configurado en el siglo pasado, según unos valores y puntos de vista obsoletos; despreciando o desaprovechando nuevos medios que están hoy al alcance de nuestras manos.
Cuando oigo hablar de robótica, de ciborg, alargamiento de la vida, transhumanidad, veo que el mundo que se avecina va a pasar como una ola sobre nuestros problemas sociales y personales, engulléndolos sin dejar rastro y planteando otros nuevos. ¿Quién se preocupará del mercado laboral cuando la mayoría de los trabajos los realicen los robots? De las pensiones si podemos ser jóvenes durante 500 años. Del cáncer si podemos reemplazar o regenerar nuestros órganos con facilidad. De la ganadería si podemos consumir carne de laboratorio. De las distancias si podemos encontrarnos en espacios virtuales. Del aprendizaje de datos si está toda la información disponible en la red. Y de tantos otros aspectos sobre los que podríamos plantearnos mil interrogantes más.
Y si pensamos que esto afectará únicamente a la organización social y a ciertos aspectos externos, estamos muy equivocades. ¿Qué moral sostendremos? ¿Qué visión de la especie y la espiritualidad? ¿Qué idea de Dios? Ríete tú del escándalo que provocan los vientres de alquiler, cuando se puedan “fabricar” seres humanos a la carta en úteros artificiales. Cuando podamos insertar en nuestro cuerpo accesorios y aplicaciones que amplíen nuestras capacidades. Cuando tengamos las necesidades básicas cubiertas y no necesitemos invertir el 80 o 90% de nuestra energía vital en la mera supervivencia. Cuando compartamos herramientas y espacios para disfrutar todes de los recursos naturales, culturales y tecnológicos. Cuando no haga falta sostener una moral que justifique la esclavitud y el servilismo. Cuando podamos decidir acerca de toda cuestión de interés general sin necesidad de representantes políticos.
Aquí cerquita
Creo que la mayoría podemos coincidir en que el mundo está cambiando a gran velocidad, debido especialmente a factores tecnológicos y por supuesto a la gran red; pero como he señalado al principio del texto, todavía no sabemos valorar las consecuencias de estos cambios y el potencial de crecimiento exponencial que conllevan. Todavía aparentan sobrevivir las estructuras y las aspiraciones personales del mundo antiguo. Todavía la política nos plantea problemas y soluciones fantasmas que ya han fenecido –por ejemplo, hay quien sigue hablando de pleno empleo-. Por lo tanto, es posible que muches piensen que el paisaje que describo no sucederá antes de 100 años, o quizá incluso nunca. Pero para la que suscribe está ya rondando por aquí, a puntito de desplegarse en toda su extensión ante nuestros atónitos ojos.
No puedo afirmar si será en 5, 10 o 20 años, pero no le doy más. No le doy más plazo a que el silencioso y sutil cambio que se está produciendo en las capas más profundas de la conciencia humana, va a producir una revolución que afectará al sistema de creencias internas que fundamentan este sistema político, económico y social.
Qué viene antes: el huevo o la gallina, no puedo asegurarlo. Si es la tecnología y la investigación científica en contradicción con la aberración de muchas estructuras económico-sociales la que está provocando una crisis en las conciencias de grandes capas de la población, o si es la crisis de esas conciencias la que está propiciando el cuestionamiento del modelo antiguo y la aparición de nuevos conceptos y campos de investigación; o si está sucediendo todo al unísono, se escapa a mi comprensión.
Lo cierto es que últimamente cuando me planteo escribir sobre alguna de mis ideas brillantes, las que he ido configurando a lo largo del tiempo –alguna década-, una inquietante sensación de incertidumbre me señala que quizá hubieran sido innovadoras e interesantes en el momento en que surgieron, pero ahora, en el hoy en que las expreso han quedado caducas porque pertenecen a un mundo que desaparece. Es verdad que alguno de los temas que trato, no por antiguos dejan de afectarnos, pero creo que tienen poco recorrido y que finalmente quedarán solucionados o desaparecidos por aplicación de las nuevas premisas que están surgiendo.
He tratado de plasmar en este escrito argumentos bien racionales para explicar lo que me sucede, pero la mayor carga no se encuentra en la parte racional, sino en una suerte de sensación e intuición potente de ese algo que se aproxima y que dará un vuelco a todo lo conocido. Quizá sea mi deseo de que este mundo cambie de una vez, o mis fantaseos -desde que leí El fin de la infancia de Arthur C. Clarke-, sobre que unas naves extraterrestres se posen encima de nuestras ciudades e impidan las guerras y la violencia; lo que me hace ilusionar con que esa transformación positiva1 de la sociedad está ya aquí.
Para finalizar dejo este texto de Silo, que aportará luz al tema que he tratado:
“IV. MEMORIA Y PAISAJE HUMANO2
1. Ante un paisaje desconocido apelo a mi memoria y advierto lo nuevo por “reconocimiento” de su ausencia en mí. Así me ocurre también con un paisaje humano en el que lenguaje, vestimentas y usos sociales contrastan fuertemente con aquel paisaje en el que tengo formados mis recuerdos. Pero en sociedades en que el cambio es lento mi paisaje anterior tiende a imponerse a estas novedades que percibo como “irrelevantes”.
2. Y ocurre que viviendo en sociedades de veloces modificaciones tiendo a desconocer el valor del cambio o a considerarlo como “desvío” sin entender que la pérdida interior que experimento, es la pérdida del paisaje social en el que se configuró mi memoria.
3. Por lo anterior comprendo que una generación cuando accede al poder tiende a plasmar externamente los mitos y las teorías, las apetencias y los valores de aquellos paisajes hoy inexistentes pero que aún viven y actúan desde el recuerdo social en que se formó ese conjunto. Y ese paisaje fue asimilado como paisaje humano por los hijos y como “irrelevancia” o “desvío” por sus padres. Y por más que luchen entre sí las generaciones, la que adviene al poder se convierte de inmediato en retardataria al imponer su paisaje de formación a un paisaje humano ya modificado o que ella misma contribuyó a modificar. De este modo, en la transformación que instaura un nuevo conjunto está el retraso que arrastra desde su época de formación. Y contra ese retraso choca un nuevo conjunto que se está formando.
Cuando he hablado del “poder” al que accede una generación, imagino que se ha entendido bien, me he referido a sus distintas expresiones: políticas, sociales, culturales y así siguiendo.[…]”
1.- Los problemas que puede acarrear que la tecnología sea disfrutada solamente por unos pocos, los trataré más adelante. En este post, he preferido plantearlo como algo que llegará a todo el mundo.
2.- Extracto del capítulo IV del libro El Paisaje Humano, incluido en la trilogía Humanizar la Tierra.
Gracias por el aporte, creo que el futuro ya es presente. Ojalá la Renta Básica Universal sea una realidad cuanto antes y redunde en cambios personales profundos y paralelamente cambios sociales en una dirección humanizadora.